María Cristina: Una estatuilla, un insulto y una falta de respeto

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Por Domingo Caba Ramos/Lo Dice el Pueblo


La noche del miércoles de la presente semana (15/6/2021), el pueblo dominicano tuvo que rumiar su enfado, disgusto o frustración. En la edición número treinta y seis (36) de los Premios Soberano, todos esperábamos que el máximo galardón o Gran Soberano le fuera otorgado a la insigne locutora y actriz María Cristina Camilo (Maíta); pero los «distinguidos» miembros de la Asociación de Cronistas de Arte (ACROARTE) prefirieron concederle la prestigiosa distinción al joven cantautor estadounidense Anthony (Romeo) Santos (1981), por considerar, al parecer, que los méritos de este superaban grandemente a los de la veterana, muy querida y centenaria comunicadora.


Todo reconocimiento implica necesariamente un proceso previo de evaluación. Y toda evaluación, para que se considere auténtica, posea rigor científico y genere los resultados que de ella se esperan, tiene que caracterizarse, entre otros, por un rasgo que nunca puede faltar: la objetividad.


¿En qué consiste la objetividad? ¿Cuándo se procede de manera objetiva?

Se procede así, cuando se actúa en estricto apego al objeto, esto es, a la realidad. En otras palabras, cuando la realidad la aceptamos y presentamos tal como es y no como nos parece o queremos que sea (subjetividad).


No resulta fácil ser objetivo, muy especialmente cuando se evalúa y reconoce algo o a alguien. Y no resulta fácil, toda vez que el yo, inoportuno e imponente, suele interferir en nuestros actos, desvirtuando así la esencia de la realidad. Por eso siempre he considerado que para ser objetivo, hay que ser obligatoriamente serio, honesto, justo, desapasionado, desinteresado y poseer una visión científica del mundo.


¿Demostraron los «distinguidos» miembros de ACROARTE poseer esas cualidades al seleccionar a un joven cantante extranjero para concederle el Gran Soberano y no a una compatriota que en su dilatada existencia tanto le ha aportado al arte dominicano?


Si la objetividad, como ya se expuso, consiste en aceptar la realidad tal y como es, valdría entonces preguntarse: ¿Cuál es la verdadera realidad alrededor de la cual ha girado la vida, obra y trayectoria artística de María Cristina Camilo? A saber:


1) Está a punto de cumplir ciento tres (103) años de edad (nació un 25 de diciembre del años 1918 )

2) Lleva más de setenta (70) años trabajando en los medios de comunicación.


3) Primerísima actriz, productora de televisión, pionera de la locución nacional o primera mujer dominicana y tercera de América que habló a través de una emisora de radio (15/9/1948), convirtiéndose así, hasta la fecha, en la persona de más edad trabajando en la televisión local, y la que más tiempo ha permanecido vigente en los medios de comunicación.


4) Primera mujer dominicana que laboró en un programa de televisión (1/8/1952)

5) Formadora de numerosas generaciones de profesionales de la locución

6) Ha participado en un centenar de obras teatrales, diversas producciones radiales y televisivas, así como en diez películas.


7) Fue, durante muchos años, la presentadora oficial de los sorteos de la Lotería Nacional y miembro del jurado evaluador de los exámenes para aspirantes a locutores.


8) Ha sido objeto de numerosos reconocimientos, dentro y fuera del país.

9) Fue galardonada con el premio Micrófono de Oro (1991)

10) Fue reconocida por la Cámara de Diputados (2017) y condecorada por el Poder Ejecutivo.

11) Nadie como ella maneja la expresión oral de lengua española, con mayor cuidado y nivel de impecabilidad


12) A pesar de su centenaria edad, aún permanece activa en los medios de comunicación , por cuanto todos los domingos produce el programa «Abuelos TV»


13) Adicional a tan luminosa hoja de vida, esta extraordinaria mujer, símbolo de la locución dominicana, constituye el mejor referente ético que a todos nos puede servir de ejemplo, por su intachable conducta, tanto en el ámbito profesional, social y familiar. El sentimiento de la maternidad alcanza en ella su más alto nivel.


Tan trascendental y luminosa trayectoria artística, sin embargo, a los «distinguidos» miembros de ACROARTE parece no decirles absolutamente nada. Por eso hicieron caso omiso a las múltiples voces, individuales e institucionales, que a gritos solicitaban que a María Cristina Camilo se le distinguiera con el Gran Soberano. En vez de este galardón, optaron, para «marear» o callar bocas, otorgarle una estatuilla altamente «desmeritadora» destinada a reconocer su labor, no en radio y televisión, sino exclusivamente como actriz. «Desmeritadora», toda vez que eso no era lo que ella merecía, razón por la cual su entrega se tradujo en el más vulgar insulto e irrespeto, no solo a ella, sino también al arte nacional, al pueblo dominicano y a todos los que demandábamos o esperábamos la máxima presea.


Solo el arte que trasciende al tiempo y al espacio merece ser reconocido. Y si por algo se ha distinguido la labor artística de María Cristina Camilo es por su carácter trascendente.


Reconocer en el mundo del arte es una labor altamente sensitiva y no menos delicada, El ente que distingue y reconoce está obligado a demostrar que sabe lo que está haciendo, vale decir, que cuenta con la formación artística, cultura general, sensibilidad humana o competencia requerida para emitir un fallo que tanto puede motivar como frustrar. Si no se cuenta con esas condiciones, se corre el riesgo, como sucedió en la última entrega de los Premios Soberanos, de actuar de manera torpe, caprichosa,

impresionista, sin sentido, injusta y desastrosa, al negarle el más alto premio a una gloria del arte nacional, con más de cien años de vida, para ponerla en manos de un cantante internacional, a quien si bien nadie puede negarle sus méritos artísticos, en comparación con la brillante locutora que ocupa nuestra atención, hay que admitir que aún está comenzando su carrera.


Sin embargo, debo reconocer que no todo fue decepción y frustración. Si bien los «distinguidos» miembros de ACROARTE injustamente le negaron el Gran Soberano a María Cristina Camilo, el pueblo, soberanamente y a una sola voz, decidió otorgárselo.


El autor es profesor universitario de Lengua y Literatura

dcaba5@hotmail.com

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